domingo, 19 de junio de 2011

¿Cuál fue la actitud de los indígenas frente a la evangelización y como cambio la forma de vida de los indígenas?




La evangelización de América es una epopeya misionera que no se puede olvidar. No es justo que algunos quieran formular una leyenda negra. ¿De que manera? Si bien hubo sombras, no se puede olvidar la extraordinaria obra de evangelización llevada a cabo por innumerables santos misioneros que en su gran mayoría lo dejaron todo para servir a los indígenas.

Luego del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, en acuerdo con los reyes de España y Portugal, pequeños equipos de franciscanos, de jesuitas y dominicos acompañan a las primeras expediciones y comparten las condiciones de vida de los países a que llegan. Buscan, en primer lugar, sacar a las poblaciones autóctonas de las creencias animistas, fetichistas y helio centristas muy antiguas, vivas, complejas y variadas; llevan a cabo con sentido práctico una catequesis elemental e introducen con éxito el sentido de las bienaventuranzas, en medio de unas concepciones religiosas cargadas de trascendencia divina, que, no obstante, están mezcladas con un pesimismo y un fatalismo existencial acentuados; la sacra mentalización llega en cuanto se nota en el alma de los catecúmenos un mínimo de adhesión personal para que los Sacramentos de la iniciación cristiana -el bautismo, la confirmación y la Eucaristía- puedan constituir el punto de arranque indispensable para la vida sobrenatural y el crecimiento de la fe inicial.

Roma se informa de esos acontecimientos lejanos. Consciente del nuevo y específico terreno que se abre a la evangelización, el Papa Pío V crea una comisión cardenalicia especializada en esos asuntos de los que no se tenía experiencia, lo mismo que erige seminarios para las misiones en 1588; el Papa Gregorio XV establece en 1622 un "Ministerio de las misiones", la Congregación De Propaganda Fide, "para la propagación de la fe". El continente de América del Sur recibe, ya desde 1511, una Jerarquía local que pronto se articula en 5 arzobispados y 27 obispados. En los más altos niveles de responsabilidad, tanto políticos como religiosos, existe una seria preocupación por el buen funcionamiento de las instituciones; este funcionamiento se ve manchado aquí o allá por los defectos humanos, que no siempre se deben a una falta de rectitud de intención, como es el caso de la impaciencia de algunos misioneros por ver con excesiva prisa los frutos de la evangelización.

Claro está que los misioneros eran una pequeña minoría entre los europeos que llegaron al nuevo continente. No se puede juzgar el esfuerzo misionero por lo que hicieron otros. Hay casos de colonos europeos a quienes la codicia les empuja a explotar las riquezas naturales abusando de los indígenas. De todas formas, es admirable e empeño que desde la metrópoli se pone en superar el obstáculo natural de las enormes distancias que la separan del Nuevo Mundo, y que son la causa de que cualquier intercambio de informaciones, ideas, personas o bienes, exija de seis meses a un año de viajes -ida y vuelta- por el mar y las tierras.

Conforme a una práctica ya habitual alrededor del Mediterráneo, los reyes de España piden a la Santa Sede un patronazgo regio efectivo sobre las iglesias del Nuevo Mundo, incluyen el derecho de nombramiento de los clérigos y la regulación de los asuntos eclesiásticos; en compensación de esas ventajas, facilitan material y administran el trabajo apostólico de los misioneros, y el conjunto de verdades naturales y sobrenaturales que el cristianismo transmite de generaciones en generaciones se extiende una vez más por nuevos territorios: desde Canadá, por ejemplo, se envían misiones hasta California; aparecen rápidamente Catecismos impresos en lenguas indígenas; varias personalidades se de3dican a mejorar las condiciones de evangelización y de vida de las poblaciones, entre las cuales destacan el dominico Bartolomé de las Casas (1474-1566), obispo de México, y el también dominico Antonio de Montesinos en las Antillas.

El inicio de la conquista espiritual
Al someter a los señoríos indígenas, una de las acciones inmediatas por parte de los conquistadores fue la prohibición de los sacrificios humanos y por otra parte iniciar la introducción de la moral y el sistema de valores judeo-cristiano.

Cabe recalcar que la evangelización de la población indígena no fue inmediata, sino por el contrario un proceso lento, arduo que requirió de mucha perseverancia y creatividad por parte de los misioneros y que tomo la mayor parte del siglo para completarse. Al contrario de lo que se cree comúnmente, la evangelización de los indios no fue un proceso que se completó a "sangre y fuego". La consolidación del Imperio Español en la Nueva España requería de estabilidad política y social.

La justificación legal de la Conquista, se dio como un instrumento de la difusión de la Fe Católica. Al menos en principio, era obligación de los conquistadores, ahora transformados en encomenderos la conversión de los indios. En la práctica, esta obligación, sin embargo, tuvo que esperar a la llegada de los frailes. La evangelización, fue confiada por el Papado a los frailes. "Los primeros en establecerse fueron los Franciscanos (1524), seguidos por Dominicos, Agustinos y Mercedarios".

Así como a los encomenderos, a los recién llegados frailes tuvieron que apoyarse en la realidad pre-hispanica. Ajustándose a la disposición de los señoríos indígenas, la jurisdicción de las "doctrinas" (parroquias predicadoras), se calcaba de las de su respectivo señorío indígena.

La red de relaciones se cerraba con el tlatoani (o cacique). Su adhesión a las practicas cristianas era esencial para asegurar la respuesta positiva de su pueblo. Un punto muy sensible, fue lograr la recomposición de las familias conforme al modelo cristiano, lo que hizo cambiar normas de matrimonio, parentesco y herencia. Lo cual, simple y sencillamente no se hubiera podido sin el apoyo de las autoridades indígenas locales.

Cada ser humano tiene el derecho de creer en lo que quiera y llegar a dios en la manera que le guste y sea la adecuada para el. Puesto que la religión es la invención más grande del hombre, dios sigue ahí y la religión es solo un puente para llegar a él. las religiones deben de adaptarse al hombre, a su fe y a su vida, no viceversa como muchos piensan. Deberíamos pues hacer que las comunidades afectadas no tomen actitudes aislacionistas o segregacionistas y que cada indígena decida a conciencia si es conveniente cambiarse de credo y las consecuencias que implica para la familia y para su comunidad.

Pienso que la historia a demostrado que la llamada evangelización es el primer paso para acabar con una cultura. Por lo tanto es un delito de genocidio. Hay muchos intereses tras la evangelización. Y los gobiernos colaboran en ello. Pero claro, ¿a quién le importa? Acabar con los restos de la humanidad primitiva, que no salvaje, la humanidad que todavía vive en la naturaleza sin por ello ser animales sino seres humanos perfectamente adaptados a una vida que no depende de los caprichos de la historia y de la política. Al margen de los valores aceptados por la llamada sociedad civilizada.
Esos pueblos pueden enseñarnos mucho sobre lo que somos.
pero una selva poblada no interesa a los madereros, ganaderos petroleros y demás depredadores.